Nuestro escenario de pesca es el acotado de Antella en el Júcar. Dicho sea de paso, no es que este escenario cuente ni con demasiados peces ni con un peso desorbitado de los que conseguimos sacar, pero sí que al menos lo tenemos cerca de casa y es un destino lógico para nosotros, que ya tenemos cierta edad y muchos más compromisos aparte de la pesca. Familia, falla, peñas, futbol, etc. nos quitan mucho tiempo ya…
Para el fin de semana se anunciaba mal tiempo, pero las ganas de vernos todos de nuevo eran muy grandes, así que por el grupo Whatsapp en seguida nos pusimos de acuerdo, y a los que no están en el grupo (ellos se lo pierden) un telefonazo los puso en marcha. ¡El sábado volveríamos a vernos casi todos (siempre hay alguno que falla…) y la fiesta sería de aúpa! Además, aprovecharíamos para invitar a Gabi y su hijo (el guarda del coto) y a gente de los clubes cercanos.
El sábado aparecimos todos bien prontito para almorzar en la Cantina, un bar cercano entre Antella y Sumacarcel. ¡Es una buena manera de quedar! Ya con la panza llena nos dirigimos a la orilla. Pedro se había encargado de comprar el rabo de toro, y Miguel Ángel estuvo cocinándolo ¡durante todo el día! Después, a ratos, todos estuvimos pescando los que pudimos. Bueno, todos no, porque Gabi estuvo con la cámara dando la lata todo el rato.
Creo que las imágenes os van a ser más elocuentes, así que poco más tengo que añadir. Como veréis, el ambiente estuvo genial a pesar de que las condiciones climatológicas no acompañaron. El rabo de toro al final estuvo acompañado por jabalí y “figatells”, con lo que todos quedamos saciados. Kali comió bastantes restos del rabo de toro, ¡y como habíamos echado un par de botellas de vino y una de cerveza a la olla y estaba bastante fuerte, cogió una mona de cuidado! Se pasó varios días de resaca…
¡Y por supuesto pescar, no pescamos nada!