Alrededor de las 17:00 de la tarde del sábado, arrancó una de mis cañas como si un tanque se llevara mi postura. Días atrás, en aquel mismo puesto ya había conseguido superar mi record de siluro con 1,80 metros de longitud que me hizo sudar lo suyo hasta poder hacerme una foto con él. Así que cuando agarré mi caña y noté una mole nadando río abajo, mi primer pensamiento fue “otro siluro grande que me cae en las cañas de carp…”
Con esto en la cabeza, me armé de paciencia y dejé trabajar al trenzado para conseguir que diera la vuelta y poder atraerlo hacia mí. Después de un largo rato peleando, y de conseguir soltar mi línea de una rama sumergida que pensé que me haría perder la captura, comencé a acercarla hacia la orilla y, para mi sorpresa, de repente vimos una hermosa cola dorada asomando en la superficie y mi corazón se aceleró al instante. ¡No me podía imaginar que dentro de la sacadera iba a aparecer lo que hoy es mi record de carpa, con 20,100 kilos de peso y 1,12 metros de longitud!
El trabajo y el empeño de toda una vida se veían recompensados en ese momento, y no pude evitar emocionarme al ver tan magnífico animal dentro de la bañera de recepción.
Después de unas fotos dentro y fuera del agua la devolvimos a su hogar y me sentí feliz, con el sentimiento de saber que aún con todo el destrozo que ha hecho el furtivismo en el río Ebro, aún quedan grandes carpas surcando sus aguas.
Por último, me gustaría agradecer la ayuda y los ánimos a todos los amigos que fueron testigos de lo que fue unos de los mejores momentos que la pesca me ha regalado. Aquí os dejo la foto de tan fantástica captura.
Un saludo y buena pesca.