Dos energías opuestas que se necesitan y se complementan, para mi así es el carpfishing.
Una pasión que nos une y otras veces nos separa, ilusiones y desilusiones, sesiones buenas y malas. Un mundo en el que cuando estas dentro es difícil salir.
EL YANG
El carpfishing me ha enseñado a ser feliz, fuerte, a ilusionarme, a conocer unos animales fantásticos y mágicos, a tener más conocimientos sobre la naturaleza, a relacionarme con gente que seguramente si no hubiese sido por la pesca jamás habría conocido… También me ha enseñado a vivir en un mundo paralelo al mío, un día a día en el que necesitas evadirte y la pesca es mi manera de hacerlo. Una semana de duro trabajo, es llegar el fin de semana y preguntarnos: “¿donde vamos a pescar?”. Sesiones difíciles de olvidar, lugares hermosos, picadas y peces… ¡Es todo con lo que soñamos siempre!
Risas, diversión y anécdotas increíbles con verdaderos amigos y amigas, momentos de alegría. Eso es lo que para mi es el yang del carpfishing.
EL YIN
Recuerdo unas palabras que me dijo un gran amigo cuando empecé en esto: «el carpfishing es una caca pintada de rosa». Cuando consigues fama hay que atenerse a las consecuencias y poco a poco lo he ido viendo. Envidias, malos rollos, personas que se hace pasar por tu amigos, sesiones desagradables. Para mí, esto es el yin, una energía negativa con la que hay que convivir día a día cuando en este mundo te van conociendo. Todo lo bonito siempre tiene su lado oscuro. Esto me hace ser desconfiada, abrirme a nuevas amistades para mi es difícil. Me hace estar a la defensiva, egoísta, ser reservada con los sitios, cebos, etc. Cuando te hacen daño te vuelves otra persona, siempre quieres estar sola.
Es triste que siendo una afición tan bonita y reconfortante haya este tipo de energías, más envidias y poco compañerismo. Cuando por tu esfuerzo te salen las cosas bien y consigues brillar, siempre habrá alguien que te intenta apagar. Gracias a todo esto te haces una persona más fuerte, sales adelante con más facilidad, aprendes a reírte y no a llorar, y como decía mi madre: «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio». Hay que pasar y ser tu mismo, pescar, intentar superarnos día a día y los más importante, nunca dejar de aprender.
Así es el yin y el yang del carpfishing, dos energías que se compenetran.